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Cuando llegó ante David, se inclinó hasta el suelo en señal de respeto, y le dijo:

—¡Ayúdeme usted, Su Majestad!

El rey le preguntó:

—¿Qué te pasa?

Y ella contestó:

—¡Mi marido se murió y me he quedado viuda! Además, yo tenía dos hijos, pero un día se pelearon en el campo y, como nadie los separó, uno mató al otro.

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